Los fabricantes sostienen que el propietario está obligado a extremar las precauciones de mantenimiento del vehículo.
La garantía de fábrica ampara al propietario en condiciones normales de funcionamiento y del clima.
Las fuerzas de la naturaleza, que en estos días se han manifestado, producen daños en los vehículos que los fabricantes excluyen de la cobertura de la garantía porque no corresponden a un defecto de calidad o ensamble de las piezas.
En el desierto de Sonora (México) son tan fuertes las tormentas de arena que si sorprenden a su paso a un vehículo en la carretera se lo dejan al propietario 'listo para pintura', porque produciendo el efecto de la lija sobre el metal borran las capas del esmalte, la pintura y los antioxidantes puestos en la lámina por el fabricante.
En Colombia no tenemos ninguna de estas manifestaciones extremas de la naturaleza, pero en las distintas regiones del país existen factores del clima cuyos efectos no están cubiertos por la garantía, como la excesiva humedad de las regiones selváticas, las violentas granizadas de la Altiplanicie Cundiboyancense y el salobre viento del mar que oxida los vehículos en la Costa si no se les petroliza periódicamente.
Cuando el vehículo sufre daños por la acción de los elementos de la naturaleza el propietario se pregunta si tales daños son atribuibles a la mala calidad de los componentes del vehículo, pues en su parecer los fabricantes tienen que prever aquellas condiciones del clima que se pueden encontrar en las distintas regiones del país, y los vehículos importados o ensamblados en nuestro medio deben estar preparados para mantenerse en perfectas condiciones, al menos por el tiempo y kilometraje en que esté vigente la garantía.
Y es un tema bastante polémico, porque a su vez los fabricantes sostienen que el propietario está obligado a extremar las precauciones de mantenimiento del vehículo si no quiere que lo afecten negativamente las fuerzas de los elementos que son propias de la región donde lo está utilizando.
Para un habitante de San Andrés Islas el asunto no admite ninguna discusión porque tiene bien claro que el sol, el viento y la condición salobre del ambiente deterioran inevitablemente la pintura, el tapizado, el tren motriz, el exhosto y todas las piezas del vehículo, y que contra eso es casi imposible luchar. Mejor es atribuirle al vehículo ciertos años de vida útil y resignarse a que con el tiempo su apariencia, funcionamiento y el tema de los ruidos de la carrocería no serán los mismos que cuando un barco lo descargó en la isla.
En circunstancias menos usuales, si una buena granizada hace que en las superficies horizontales del vehículo aparezcan unos punticos en la pintura, o abolladuras como si el cielo lo hubiera cogido a pedradas, el propietario debe hacerse un examen de conciencia para decidir si va a presentar el reclamo por garantía, y desistir de hacerlo si en su fuero interno sabe que no dejó el vehículo acubierto de la granizada que fue particularmente intensa, sin necesidad de que lo diga el Ideam.
A su vez, el productor del vehículo debe honrar la garantía si por la naturaleza y la rapidez con que aparecen los daños causados por el clima se puede colegir que le faltó aplicarle más antioxidante a las piezas o utilizar láminas de mejor calidad (no necesariamente de mayor calibre).
Es un asunto de seriedad, más que de Compañías Aseguradoras.
Asesoría: Rodrigo Bueno Vásquez, abogado experto en Derecho del Consumidor de Vehículos.
F eltiempo.com
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